ACUERDO EN EL WALDORF ASTORIA El final del viaje inesperado
Todo hacía suponer que el viaje inesperado había terminado.
Después de haber estado en la OEA y después la cena privada en la Residencia de nuestro Embajador en Washington el primer día y en el Departamento de Estado y la Casa Blanca el segundo día, llegamos a la Base Aérea Andrews desde donde se suponía despegaríamos a Lima.
FUJIMORI INGRESANDO AL AVION PRESIDENCIAL PARA VUELO WASHINGTON/NEW YORK
Pero como con Fujimori nunca se sabe lo que va a pasar, llegando al avión presidencial un edecán me dijo que debía apagar mi Nextel y no decirle a nadie cual era nuestro siguiente destino.
"¿Y ahora que viene?" le pregunte intrigado. "Tu sabes que con el chino uno nunca sabe", me respondió el oficial mientras nos ubicábamos en la zona delantera del avión a esperar que suba el presidente.
Bueno pues, allá iba una vez más rumbo a lo desconocido, para variar.
Llegamos a Nueva York ya en la noche del viernes y me volvieron a reiterar que nadie debía saber donde nos alojaríamos. Finalmente arribamos a un hotel inmenso en el corazón de Manhattan y recién cuando comencé a recorrerlo me dí cuenta que se trataba del impresionante Waldorf Astoria.
ESPERANDO LA LLAMADA EN LOS PASILLOS DEL WALDORF
Desde temprano del día sábado estaba listo para entrar en acción. El presidente cumpliría una agenda de reuniones reservadas dentro del hotel y yo tenía instrucciones de estar siempre listo con mi camarógrafo para ver si era necesario grabar alguno de esos misteriosos encuentros.
Yo moría de la curiosidad de saber quienes eran esas personas que entraban y salían de la suite que había reservado Fujimori, pero su seguridad me decía que no sea sapo y que me retire hasta que él me llame.
LA LLAMADA LLEGO EN EL TIME SQUARE
Pasó toda la mañana y no me llamó para nada. Así que decidí salir a dar una vuelta para almorzar y tomar un poco de aire. Me fuí caminando con mi camarógrafo hasta Time Square y después de una hora llegó la llamada que estaba esperando. "Ven imediatamente, pero sólo tú. El presidente quiere hablar contigo a solas", me dijo uno de sus edecanes.
Cada vez más intrigado llegué a la habitación de Fujimori que estaba sin lentes sentado en un sillón con una manta que le tapaba los pies mientras descansaba sin saco y la corbata desajustada. "Siéntese y escuche con atención" me dijo.
"No hemos podido hablar desde que salimos de Lima y me imagino que tiene Ud. muchas preguntas. Pero se debe haber dado cuenta que he tenido una maratón de reuniones desde que llegamos a Washington el jueves. Esta historia que vamos a mostrar con sus grabaciones nos va a servir para contarle al país como evitamos el golpe de Montesinos y si no lo logramos, pues servirá para demostrar que hice todo lo posible para evitarlo", me dijo el chino con la frialdad oriental que lo caracteriza.
Desde ese momento me comenzó a narrar con lujo de detalles todo lo que pasó desde ese día que fui testigo en el Salón Grau de todas sus conversaciones telefónicas con la presidenta de Panamá, Mirella Moscoso y con otros presidentes de la región para que lo ayuden a convencerla de que debía darle asilo al ex asesor y evitar que cumpla con sus amenazas de golpe después que fue destituído a raíz del video Kouri-Montesinos.
Fueron dos horas de una conversación que jamás hubiera podido imaginar. Fujimori comenzó explicándome cómo buscó inmovilizar a Montesinos en Panamá para poder enfrentar la grave crisis política que enfrentaba su gobierno, sumada al riesgo real de una asonada golpista que estaba siendo promovida por sectores leales al doc.
"Lograr el asilo formal de Montesinos en Panamá es muy importante. Debemos inmovilizarlo hasta que las investigaciones determinen cual es su verdadera responsabilidad. El no puede volver al Perú de ninguna manera -eso es lo que he venido a explicar personalmente- porque su retorno generaría una crisis de consecuencias impredecibles", me contó el presidente.
Luego, me detallo las reuniones de ese viaje inesperado y me pidió que guarde absoluta reserva hasta que llegue la hora de explicarle al país todo lo que había pasado. Pero lo que más me llamó la atención es que me dijo que haría todo lo posible para llegar a las próximas elecciones que el había convocado, pero que había un gran riesgo de que no lo logre.
"Mi principal objetivo ahora es garantizar una transición ordenada, pero hay quienes trataran de que que todo explote antes que lo logre. Un golpe militar no es el único riesgo que enfrentamos" me comentó Fujimori sobre los múltiples intereses que existían por hacer fracasar sus planes.
"¿Se da cuenta del gran valor que tiene ahora el trabajo que hemos hecho los últimos meses?" me dijo Fujimori refiriéndose a los documentales que veníamos preparando, sobre todo el registro de toda la crisis desde que anunció su renuncia y convocó a una nueva elección.
"Todo ese trabajo lo hicimos pensando en superar este problema, pero si no lo logramos, servirá para contar la historia que nadie conoce y que muchos van a tratar de ocultar" continuó el chino.
Frente a toda esa explicación de que el final podía estar cerca sólo atine a preguntarle: "¿Cuales son sus instrucciones Sr. Presidente?".
Fujimori me dijo: "Vamos a seguir registrando día a día el desarrollo de la crisis...hasta que termine". "¿Y si no termina?" le pregunte inmediatamente. "Bueno, si pasa algo inesperado...Ud. sólo espere mi llamada" me respondió mirándome fijamente a los ojos.
Ese día, en el cinematográfico Hotel Waldorf Astoria de Park Avenue, Alberto Fujimori y yo llegamos a un acuerdo. Si algo malo pasara, yo debería cuidar mi material para que no caiga en manos enemigas y tan sólo esperar que él se ponga en contacto conmigo. No le pregunté más y salí de esa habitación convencido que se venían momentos muy difíciles.
Al día siguiente volvimos a Washington y el lunes lo acompañamos a una reunión formal con el Presidente del BID, Enrique Iglesias. El viaje inesperado había terminado. Una verdadera maratón de reuniones en las que el Presidente de la República salió a buscar el apoyo de los Estados Unidos y todo el continente para poder cumplir su objetivo de realizar nuevas elecciones.
Lamentablemente no lo logró. Montesinos regresó a incendiar la pradera porque descubrió los planes de Fujimori. Y tal como me lo advirtió en el Waldorf Astoria, ese fue el inicio del fin. El golpe no fue militar, fue político y vino desde el Congreso desencadenado por la bancada del doc.
Un mes después cuando todos en Palacio estaban en shock por la renuncia de Fujimori desde Tokyo y recogían sus cosas porque todo había terminado, Guido Lucioni, asesor de prensa de Keiko se me acercó y me preguntó "y tú que vas a hacer ahora?".
"Yo?. Nada, sólo voy a esperar la llamada de Fujimori" le dije.
VIDEO: ALGUNOS DETALLES DETRAS DE CAMARAS DEL ACUERDO EN EL WALDORF ASTORIA